El Pará, el segundo estado más grande de Brasil, tiene la mayor población de la región norte del país.
Anteriormente perteneciente a España en la época del Tratado de Tordesillas, el territorio pasó a manos de los portugueses, quienes, en un intento por consolidar su presencia en la región, fundaron el fuerte del Presépio, en la entonces ciudad de Santa Maria de Belém do Grão-Pará.
En el siglo XVII, la región, que en ese momento formaba parte de la capitanía de Maranhão, comenzó a prosperar gracias a la agricultura. En 1751, con la expansión hacia el oeste, se creó el estado de Grão-Pará. La economía creció rápidamente a lo largo del siglo XIX y principios del XX, con el histórico Ciclo del Caucho. En los años 60, el estado tuvo otro impulso para su prosperidad con el desarrollo de sus actividades agrícolas. En la década de 1970, el crecimiento continuó con la explotación minera, especialmente para el hierro, en la Serra dos Carajás, y el oro, en la Serra Pelada.
Con paisajes naturales impresionantes, hay innumerables opciones para el turismo de naturaleza.
La isla de Marajó tiene playas fluviales con aguas tranquilas, bosques y pantanos, además de granjas de búfalos, un animal que es parte de la cocina, el artesanado y los medios de transporte locales de Pará.
La capital, Belém, cuenta con una infraestructura adecuada para que los turistas puedan visitar el centro histórico de la ciudad, su puerto en las orillas de la Bahía de Marajó y las áreas circundantes.
Lugares como Santarém, cuna del pueblo indígena Tapajós, y el pueblo de Alter do Chão, con sus playas fluviales de aguas cristalinas y arena blanca, invitan a los turistas a visitar la región tanto para la aventura como para la relajación.
La Floresta Nacional do Tapajós, un área de conservación de 600 mil hectáreas, es otro punto destacado del estado, con una fauna variada, árboles centenarios, incluidos castaños y andirobas.
La gastronomía paraense está fuertemente influenciada por la cultura indígena, no solo en la forma en que se preparan los platos, sino también en los nombres, como maniçoba, tacacá y el famoso pato no tucupi, una salsa amarilla extraída de la raíz de mandioca, que es la base de la gastronomía local.
El artesanado regional es significativo para artículos inspirados en los pueblos indígenas, con el uso de semillas y otros materiales encontrados naturalmente.
La cultura paraense está marcada, sobre todo, por sus bailes tradicionales, como el Carimbó, y por personajes legendarios de la Amazonia, como el botó y el uirapuru.
Los paisajes naturales, los colores y la alegría de la gente hacen del Pará un destino subestimado en Brasil, pero capaz de sorprender a quienes lo visitan.